Franco Cajina
Cromastesia
¿Qué pasaría si pudieras ver los sonidos? Cierra los ojos. Acuérdate de un lugar repleto de gente, lleno de tráfico. Las ensordecedoras bocinas de los autos se confunden con los gritos de los transeúntes. En el cielo se oye el estruendo de un avión y en la acera de en frente a un chico vendiendo El Comercio. Recuerda un lugar así. ¿Que escuchaste? Ahora recuerda un lugar tranquilo, alejado del ajetreo de la ciudad. Sientes como la brisa acaricia tu rostro y se lleva a hojas que caen de los árboles. El canto de las aves es lo único que puedes percibir. Piensa en un lugar así. Casi no hay ruido, ¿verdad? Imagina que además de escuchar estos sonidos, los pudieras ver plasmados en los edificios, las estatuas y hasta en el cielo. Piensa que todo lo que está a tu alrededor está cubierto por vívidos violetas, verdes, rojos y azules. Esto es Cromastesia. Este proyecto mezcla el sonido y el color para brindar una nueva experiencia a los sentidos. Te invita a pensar más allá de lo que ves, a imaginar que tus sentidos pueden ir más allá.
Quito es una ciudad con una rica historia, la cual está plasmada en sus diversos paisajes, estructuras y en su gente. Su continua interacción hace de la capital un lugar único en el mundo; colonial y moderna, recordando el pasado, pero caminando hacia el futuro. Esta mezcla de lo viejo y lo nuevo se puede palpar en cómo los sonidos interactúan con las vistas de la ciudad. Ya sea el sonido de los autos en el Centro Histórico o un avión sobrevolando el Panecillo, Quito ofrece un collage para los sentidos.
El paso primordial para llegar a la creación de la ilustración de uno de los paisajes elegidos es la recolección de material audiovisual. Lo más importante es la grabación de los sonidos; se tomó una muestra de 60 segundos en cada lugar. Además, se grabó un video mostrando al lugar en sí, las personas, vehículos y demás agentes que producen los sonidos que derivan en la creación de una paleta de color. Por último, se tomó fotografías del espacio elegido para ser colocadas en la publicación.
El determinante más importante para llevar a cabo el proyecto fue encontrar un software que pudiese tomar los sonidos grabados en los lugares elegidos y convertirlos a una especie de mapa de colores del cual saldría la paleta para realizar la ilustración. El término correcto para este mapa es espectrograma, o una representación visual del espectro de frecuencias de uno o varios sonidos. Sabiendo esto, se buscaron programas que generaran espectrogramas, hasta encontrar a una aplicación llamada Sonic Visualiser. Este software, desarrollado por la Universidad de Londres, permite al usuario importar un archivo de sonido y generar un espectrograma.
Después de obtener la grabación del sonido, se prosiguió a importarla a Sonic Visualiser, en donde se genera una imagen de las ondas de sonido y el espectrograma que muestra el espectro de frecuencias. Los colores de dicho espectrograma son seleccionados mediante la herramienta del gotero en Adobe Illustrator para crear la paleta de color que posteriormente se utiliza para pintar.
La fase final de la creación de las obras es la ilustración en sí. A partir de una de las imágenes recolectadas durante el proceso de grabación, se dibuja el paisaje en una cartulina Arches, utilizada para pintar en acuarela. Después de que se completa el dibujo, la paleta de colores obtenida a partir del espectrograma es utilizada para pintarlo. Por último, se escanea la obra y se realiza una pequeña corrección de colores en Adobe Photoshop antes de ser colocadas en la publicación.
La fase final de la creación de las obras es la ilustración en sí. A partir de una de las imágenes recolectadas durante el proceso de grabación, se dibuja el paisaje en una cartulina Arches, utilizada para pintar en acuarela. Después de que se completa el dibujo, la paleta de colores obtenida a partir del espectrograma es utilizada para pintarlo. Por último, se escanea la obra y se realiza una pequeña corrección de colores en Adobe Photoshop antes de ser colocadas en la publicación.